Transición para niños: pasar de dos siestas a una
Algunos progenitores consideran el cambio de dos siestas a una un gran logro del que sentirse orgullosos, como si fuera una graduación de universidad. Pero ¿por qué tanta prisa? Las siestas son una maravilla y, como ya he comentado, dormir bien durante el día ayuda a dormir mejor por la noche: el sueño incita al sueño. Aunque también es verdad que dormir demasiado durante el día retrasa la hora de acostarse y provoca despertares en mitad de la noche.
La mayoría de los niños dejan de echarse la segunda siesta entre los 12 y los 24 meses, pero ten en cuenta que este período de transición suele ser difícil. Algunos niños pequeños abandonan la siesta de la mañana, otros la de la tarde... y otros van alternando (un día se echan la siesta por la mañana y al día siguiente se la echan por la tarde).
Tienes mucha suerte de que tu peque esté alegre y con ganas de jugar al final de la mañana cuando empiece a saltarse la siesta de después del desayuno. La siesta de la mañana suele ser la primera que se saltan los niños, pero eso no significa que no la necesiten. Y es esa ambivalencia interna la que hace que se cansen, se pongan gruñones... y llorones (dicho de otro modo: su actitud de pequeños cavernícolas se verá aún más reforzada que de costumbre).
Es posible que tu hombrecito pase unas semanas echándose entre una y dos siestas al día (como si necesitara una siesta y media diaria). Para muchas madres, la mejor estrategia para este periodo «intermedio» es que descansen al menos un rato a media mañana (con ruido blanco, un objeto reconfortante y quizás un cuento o un masaje). Si notas que tu hijo está algo inquieto, ponle algo relajante, como Barrio Sésamo o un DVD sobre naturaleza, durante 20 minutos (nada de dibujos animados).
Si tu pequeño empieza a echarse solo una siesta pero se despierta demasiado temprano por la mañana y parece estar muy cansado durante todo el día (irritable, con la mirada fija, se frota los ojos, se queda dormido comiendo, está más torpe, etc.), que vuelva a echarse dos siestas durante un mes o dos.
Cuando por fin se adapte al horario de una sola siesta, la siesta durará un poco más, y el almuerzo, la cena y la hora de acostarse tendrán que adelantarse un poco.
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