Existen tres tipos de mal comportamiento en niños pequeños que llegan a ser algo más que «molestos» y que deben solucionarse con disciplina: conducta peligrosa, agresividad e incumplimiento de las normas familiares básicas. 

Cuando tu hijo adopte comportamientos que encienden la «luz roja», te recomiendo que tomes dos medidas que consisten en las consecuencias «de responsabilidad» para ponerle freno: una es el tiempo fuera y, la otra, confiscar objetos. Vamos a examinar cada una de ellas en detalle...

Técnica n.º 1 de disciplina infantil: el tiempo fuera de reforzamiento positivo (o time-out)

El tiempo fuera de reforzamiento positivo es una consecuencia «de responsabilidad» mediante la cual privas muy brevemente a tu hijo de dos cosas muy valiosas: su libertad y el privilegio de estar contigo. Para el tiempo fuera se necesita una herramienta, el temporizador, y consiste en tres sencillos pasos. (Nota: en caso de conducta peligrosa o muy mala, puedes saltar directamente al tercer paso). 

  • Primer paso: última advertencia. Si a tu hijo de 2 años le da una rabieta en la mesa porque no le dejas jugar con el azucarero, ponte a aplaudir y a rugir (es una técnica de advertencia para niños pequeños: aplaude tres o cuatro veces y grrrrrrrr), frunce el ceño y sacude la cabeza en señal de negativa (puedes repetir la escena dos veces). Una vez que tengas su atención, di: «Enfadado. Enfadado. Luis está enfadado con papá. Luis quiere el azúcar ahora, pero no. No hay azúcar. Hay otra cosa. Papá te va a dar otra cosa. ¿Quieres un trozo de pan o tu coche de policía?».

  • Segundo paso: cuenta hasta tres. Si tu hijo ignora la advertencia, ponte serio y repite con calma lo que ha dicho; luego di «no» y cuenta hasta tres. Lo que tratas de hacer es que tu hijo entienda que el tiempo fuera es algo que se está haciendo él a sí mismo (no algo que tú le haces con maldad). Si tu hijo deja de comportarse mal antes de que llegues a tres, no habrá tiempo fuera. Premia su cooperación con el método playing the boob (fingiendo ser torpe). Más tarde, felicítalo por lo bien que lo ha hecho con elogios y algo de gossiping (hacer comentarios en voz alta). A la hora de irse a la cama, háblale cariñosamente antes de apagar la luz.

  • Tercer paso: lleva a tu hijo a un lugar apartado. Se acabó el tiempo de hablar. Llévatelo con calma (si fuera necesario, llévalo en brazos) al lugar del tiempo fuera.

Sería una buena idea elegir el lugar del tiempo fuera con antelación. Con algunos niños puede servir una silla o el primer escalón de la escalera. A los más pequeños y a los más peleones, independientemente de la edad, suele venirles mejor estar aislados, en un corralito si son menores de dos años o encerrados en su habitación si son mayores de dos años. 

Los tiempos fuera de reforzamiento positivo deberían durar un minuto por cada año de edad. Sería interesante que compraras un temporizador con buen volumen. Los temporizadores son fantásticos, pues os permiten saber a los dos cuándo se acaba el tiempo fuera. Preséntaselo a tu hijo como el Sr. Temporizador y deja que lo escuche, para que sepa cómo suena. Así tu pequeño sabrá cuándo ha terminado el tiempo fuera y tú tendrás la excusa perfecta para decirle que no cuando te pida salir («No depende de mí, depende del Sr. Temporizador»).

Una vez que la pataleta haya terminado y tu pequeño quede libre, no menciones el tiempo fuera durante al menos 30 minutos. Simplemente ponte a jugar con él o préstale atención. Ya puedes dejar que el enfado desaparezca y permitirte perdonar. Si él sigue enfadado, conecta con él con respeto y luego concédele algo de espacio. Algunos niños necesitan enfadarse un poco después de un castigo. 

Un rato después del tiempo fuera, exprésale tu arrepentimiento por haber tenido que apartarlo. Más tarde, cuéntale lo que ha ocurrido y comenta en voz alta (gossiping) a sus juguetes lo que ha pasado (y la lección que quieres que aprenda). Cuando llegue la hora de dormir, refuerza la lección con un cuento sobre un conejito que se ha portado mal y las consecuencias de esa mala conducta. 

Técnica n.º 2 de disciplina infantil: confiscar objetos

Si el tiempo fuera de refuerzo positivo es como ir a la cárcel, confiscar objetos es como poner una multa. Es una consecuencia «de responsabilidad» cuyo objetivo es fomentar el amor por la libertad y la propiedad. Esta técnica es recomendable para niños de 2 años en adelante (especialmente de 3 años en adelante).

Cuando le confiscas un objeto, lo estás castigando al privarlo de un privilegio o juguete que para él tiene valor. El castigo y la mala conducta deben estar relacionados, es decir, si te desafía jugando al baloncesto en casa, quítale el balón durante un rato (las «sanciones» que vinculan el castigo con la mala conducta también se conocen como consecuencias lógicas). 

Cuando le retires un privilegio, dile a tu peque que sabes cuánto le gusta, pero que lo que está haciendo no está bien. Por ejemplo, si tu hija de tres años se niega a dejar de darle galletas al perro, le quitas las galletas y le dices: «Sé que te gusta ver a Nube comerse las galletas, pero las galletas son para las personas, no para los perros. Mamá ya te ha dicho: "No, no. No le des galletas", pero Laura no le ha hecho caso a mamá, así que... le decimos adiós a las galletas. Las galletas no son para los perros. Venga, ya puedes ir a jugar». 

A veces, esa «preciada posesión» eres tú. Ha llegado el momento de recurrir a la técnica de ignorar desde el cariño (hacerle mínimamente el vacío para que coopere): «A mamá no le gusta que digas esas cosas. No es divertido. Me molesta en los oídos. Me voy a la cocina y vendré en un rato cuando vuelvas a decir cosas bonitas». 

Una vez que tu hijo abandone el mal comportamiento, haced algo divertido juntos para que vea que ocurren cosas bonitas cuando respeta las normas. Más tarde, puedes contarle por teléfono a su papá (gossiping) que te hizo caso y que paró de hacer lo que fuera cuando mamá se lo pidió. 

Cómo no castigar a un niño: con azotes

Cuando te enfades, da palmadas, no azotes. 

La violencia es uno de los grandes problemas del mundo y tiene su origen en el hogar. Después de todo, los niños pequeños imitan casi todo lo que hacemos los adultos. Si comemos con los dedos, ellos harán lo mismo. Si silbamos mientras trabajamos, ellos intentarán hacer lo mismo. De modo que si se les pega cuando lo que han hecho no está bien, ¿qué crees que van a aprender de eso?

Cuando se le pega a un niño, se le está enseñando que está bien que los mayores peguen a los pequeños y que está bien desahogarse a través de la violencia. ¿Quieres que eso sea lo que aprenda tu pequeño? ¿Y qué sentido tiene azotar a un niño para castigarlo por pegar? A los niños no se les enseña a no escupir escupiéndoles a ellos, ¿verdad? 

Nos encantaría saber cómo estableces tú los límites y cómo corriges los malos comportamientos a través de una disciplina eficaz. Deja un comentario y cuéntanoslo. 

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