Las rabietas son una de las facetas más problemáticas de la infancia. Por suerte, existe una forma eficaz de frenar con cariño la mayoría de las rabietas de los niños pequeños en menos de un minuto. Para aquellos que conozcan algunas de las técnicas de El niño más feliz (concretamente la del toddler-ese y la regla de la comida rápida), estas habilidades para calmar las rabietas les resultarán familiares. Son lo más parecido a una varita mágica que vas a encontrar.

Cómo poner fin a una rabieta: 

1. Inicia un contacto basado en el respeto.

Cuando tu pequeño empiece a ponerse nervioso, lo primero que debes hacer es iniciar un contacto basado en el respeto. Ponte de cuclillas a su altura y repite una parte de cómo se siente aplicando la regla de la comida rápida y la técnica del toddler-ese. (Recuerda repetir cómo se siente con un tono y unos gestos suaves, así le llegarás al lugar indicado). Practica esto varias veces en momentos de tensión leve antes de probarlo en un estallido mayor. Curiosamente, al menos el 50 % de las veces, este simple paso acalla las rabietas en cuestión de segundos. 

Los padres que responden distraídamente o expresando al momento su opinión se parecen a los impacientes camareros de los restaurantes de comida rápida que, sin repasar la comanda en voz alta, te dicen cuánto es. Por eso, responder al lloriqueo de tu niño de 2 años porque quiere una galleta antes de cenar repitiendo cómo se siente («¡Una galleta! ¡Una galleta! ¡Quieres una galleta! ¡Quieres una galleta ahora!») hará que llore menos que si le contestas con un «No, cielo. Nada de galletas antes cenar».

2. Transmítele tu mensaje.

Cuando tu hijo esté tranquilo, podrás transmitirle tu mensaje («Ay, no, cariño. Ya conoces la regla: las galletas son para después de cenar»). 

3. Ofrécele una distracción o proponle un compromiso en el que los dos salgáis ganando.

Después de transmitirle tu mensaje, puedes animarlo a ser aún más cooperativo en el futuro dedicando un momento a ofrecerle una distracción o a proponerle un compromiso que os beneficie a los dos. 

Distracción: Una vez que tu hijo empiece a calmarse, procúrale un poco de diversión (como atención, un abrazo, la merienda o playing the boob). Playing the boob (es decir, fingir ser torpe), por ejemplo, le enseña a tu pequeñín que, aunque haya tenido que ceder esta vez, habrá muchas otras veces en las que será más rápido/inteligente/fuerte que tú.

Por ejemplo: señala su zapato y pídele con voz lastimera que te lo dé. Cuando dude, baja las manos como si te rindieras y di: «Vale, tú ganas, siempre ganas». Unos segundos más tarde, vuelve a pedirle el zapato y deja que te rechace. A los niños les encanta cuando los adultos parecen un poco perdidos y pueden rechazar sus absurdas peticiones. 

Proponle un compromiso en el que los dos salgáis ganando: Justo después de aplacar una rabieta, ayuda a tu hijo a recuperar la confianza proponiéndole algún tipo de compromiso. Este pequeño trato le demuestra a tu hijo que, aunque haya perdido la discusión, le tienes respeto y puede mantener la cabeza alta.

Por ejemplo: «Pan... Pan... ¡Quieres pan! Quieres pan ahora. Ahora no te puedo dar más pan, corazón, pero cuando te comas las zanahorias de doy más. ¿Cuántos trocitos vas a querer? ¿Dos o tres?». 

Qué hacer si la rabieta empeora:

¿Y qué pasa si la respuesta a toda esa comunicación conciliadora son más gritos? Puedes ofrecerle un abrazo, resolver el problema o ignorar a tu pequeño desde el cariño… 

Ofrécele un abrazo.

Puede que tu hijo solo tenga un mal día, a todos nos ha pasado. Puedes probar a ofrecerle un abrazo, pero estate preparada para esquivarlo (en caso de que a tu nene enfurruñado le dé por lanzar un golpe al aire). Algunos padres calman a sus pequeños enfurecidos dándoles un abrazo de oso por detrás —sujetándolo por los brazos— mientras les susurran repetidamente al oído cosas como «Estás muy, muy enfadado». «Me dices “¡No, no, no!”». 

Resuelve el problema.

De vez en cuando, si vas justa de tiempo, no pasa nada por ceder. Por ejemplo, puedes decirle a tu hijo de 3 años, que está enfadado: «¡Estás muy triste! Y quieres una galleta ahora... La regla es que no se comen galletas antes cenar, pero como esta mañana has recogido los juguetes, mamá va a saltarse la regla, pero solo hoy, y te va a dar una galleta. ¿La quieres en una servilleta o en un plato?».

Ignóralo desde el cariño.

Si tu pequeño salvaje sigue revolcándose en el suelo, la mayoría de las veces la mejor táctica será darle cariñosamente la espalda e ignorarlo. Esto se hace de la siguiente manera:

  • Pon en práctica la técnica del toddler-ese una última vez... y luego, con cariño, dile que te vas un ratito. Sé amable y tajante a la vez. Evita las amenazas, no seas sarcástica ni lo ridiculices. Cuando lo ignoras desde el cariño, le estás dando a entender que comprendes cómo se siente pero que no vas a ceder.
  • Puedes hacer como si estuvieras ocupada con algo 20 segundos.
  • Si tu pequeño empieza a calmarse, dirígete a él con la técnica del toddler-ese, o para darle un abrazo o hacer alguna actividad positiva («Estabas triste... Querías la pelota y mamá te dijo que no. Pero ven, vamos a jugar con los trenes. ¿Quieres ser Thomas o Henry?»).
  • Si tu hijo sigue llorando después de 20 segundos ignorándolo, vuelve y repite en voz alta cómo se siente. Muchos niños se enfadan tanto que necesitan que se les ignore cariñosamente dos o tres veces antes de empezar a calmarse. 

Algunos niños más enérgicos no dejarán de llorar aunque te vayas y vuelvas unas cuantas veces. Les cuesta ceder porque les hiere el orgullo. Si tu hijo es un peque testarudo, puede que tengas que ignorarlo de dos a cinco minutos hasta que empiece a calmarse. Vigílalo por el rabillo del ojo o con un espejo.  

Cuando deje de llorar y empiece a jugar con algo, siéntate en el suelo cerca de él (es una muestra de respeto). No tengas prisa por hablar o establecer contacto visual; recuerda que seguramente sigue enfadado. Entonces, empieza a retomar el contacto participando poco a poco en su actividad. No le hables todavía de la rabieta. Basta con que premies su buen comportamiento con un poco de atención. Eso le ayudará a superar el berrinche y a volver a abrirse. 

Más consejos para lidiar con las rabietas de los niños pequeños:

Ver publicaciones similares

Have questions about a Happiest Baby product? Our consultants would be happy to help! Submit your questions here.

Disclaimer: The information on our site is NOT medical advice for any specific person or condition. It is only meant as general information. If you have any medical questions and concerns about your child or yourself, please contact your health provider. Breastmilk is the best source of nutrition for babies. It is important that, in preparation for and during breastfeeding, mothers eat a healthy, balanced diet. Combined breast- and bottle-feeding in the first weeks of life may reduce the supply of a mother's breastmilk and reversing the decision not to breastfeed is difficult. If you do decide to use infant formula, you should follow instructions carefully.