Ver a tu pequeño suplicarte entre lágrimas que no lo dejes en la guardería (o con la niñera o a la hora de dormir) no es una situación fácil de afrontar. Es normal que esa mirada triste y esas súplicas desesperadas te toquen la fibra sensible.

Herramientas para gestionar la ansiedad por separación

La regla de la comida rápida + Toddler-ese, el lenguaje de los niños. Repite cómo se siente tu hijo con cierta intensidad para llegarle a ese lugar indicado, así se sentirá aceptado y seguro.

Patience stretching. Practica estas tres técnicas durante varios días para preparar a tu hijo y conseguir que las separaciones le resulten más fáciles. Comienza con unos segundos y ve aumentando gradualmente hasta llegar a un minuto. Aprenderá rápidamente que esperar está bien porque, cuando es paciente, a menudo consigue lo que quiere.

Cuentos. Prepara a tu hijo para lo que está por venir contándole historias en las que mamá se va... pero siempre vuelve.

«Había una vez un pajarito llamado Pelusín. Este se preocupaba cuando su mamá se marchaba volando a buscar el desayuno. El pajarito le decía: “¡No te vayas, mamá!”. Pero mamá tenía que irse, además que solo estaría fuera un ratito muy cortito. Así que Pelusín la esperó mientras le cantaba canciones a su peluche. Su mamá, como siempre, volvió y Pelusín se sintió feliz y a salvo. “¡Bien! ¡Mamá está aquí!”, exclamó contento el pajarito, y su mamá le dio mil besos... y luego unos deliciosos gusanos para desayunar». 

Objetos reconfortantes. Los objetos reconfortantes son ideales para los niños con ansiedad por separación. Anima a tu pequeño a hacerse amigo de un peluche. Si tu hijo ya ha crecido un poco y aún no tiene uno, puedes darle un amuleto de la suerte, como una pulsera, una moneda mágica o una foto, así podrá tocarla y mirarla cuando te eche de menos. 

Es conveniente poner en práctica estas técnicas en casa cuando tu hijo esté tranquilo y de buen humor, en lugar de imponérselas cuando esté estresado. 

Combinación de todas las técnicas

Después de haber practicado las técnicas anteriores en casa durante varios días, podrás emplearlas para responder al malestar de tu hijo en la guardería o el cole. Yo denomino a esta combinación de herramientas «mamá interruptus».

Empieza por iniciar un contacto basado en el respeto. Abraza a tu hijo y repite sus preocupaciones con voz sincera y muchas veces: «Me dices: “¡No! ¡No quiero, no quiero! ¡No quiero cole! ¡Mamá aquí!”». Cuando se haya calmado un poco, pasa tiempo con él haciendo actividades positivas (ya sea jugando, leyendo o sentados mientras le cuentas lo que hacen otros niños). 

Luego, pon en práctica las técnicas del patience stretching y el objeto reconfortante. Pasados unos minutos, haz como si de repente te hubieras acordado de que tienes algo que hacer: «¡Anda! Ay... Espera. Espera. Mamá tiene que ver a la maestra. Espera. Espera». Luego dile: «Sujeta el osito (o la pulsera mágica) muy fuerte y mamá viene ahora». Sal rápidamente de la habitación y vuelve en dos o tres segundos, diciendo: «Lo sé, cariño. Me habías dicho: “Mamá, no te vayas”. Pero me has esperado. ¡Y lo bien que me has esperado! Ven, vamos a jugar».

Si protesta, valida los sentimientos de tu hijo con la cara, el tono y los gestos, así le llegarás al lugar indicado. Podéis jugar un poco más, que esté contento durante unos minutos, y luego repetir la técnica del patience stretching. Por ejemplo, puedes decir de repente: «¡Oh! ¡Pipí! ¡Pipí! Mamá tiene que hacer pipí. Toma, coge el peluche, ahora vengo». Sal de la habitación durante tres segundos.

En los 15 minutos siguientes, repite el proceso varias veces. («¡Oh, oh! ¡Mama tiene que hacer pipí otra vez! Mira, te voy a dibujar una carita graciosa en la mano para que la mires, yo vuelvo en un momento»). Poco a poco, ve saliendo durante más tiempo (10 segundos, 20 segundos, 30 segundos, un minuto).

Cuando tu hijo pueda aguantar tranquilamente varios minutos sin ti, ya podrás marcharte de verdad. ¡Pero nunca te vayas sin avisar! Despídete con la mano y dile alegremente: «¡Adiós! Te quiero. Te veré cuando te despiertes. Si me necesitas, toca la pulsera mágica (o mira la cara que te he dibujado en la mano) e imagina que te doy un abrazo de oso». También puedes adelantarle algo divertido de lo que vayáis a hacer cuando os veáis. 

La guinda del pastel: elogios + gossiping

Cuando recojas a tu hijo al final del día, elogia sus logros (dale una estrella o chocad esos cinco). En casa, comenta con la abuela o su papá lo valiente que es (esto es lo que yo llamo gossiping): «Manuel me decía: “No, no te vayas...”, pero entonces vio que había unos juguetes muy chulos y unas chicas mayores muy simpáticas, y ya no le dio miedo que me fuera porque es muy valiente. Se lo ha pasado muy bien y además se ha comido una galleta y un zumo para merendar. Luego mamá volvió, le dio un abrazo a Manuel y todos contentos». 

Nota: algunos niños de carácter fuerte llorarán cuando te vayas a pesar de la preparación previa. Si esto ocurre con tu hijo, llama al centro educativo 20 minutos después de haberte marchado y pregúntale al cuidador o educador si sigue llorando. Si en el centro te informan de que ha empezado a jugar alegremente dos minutos después de haberte ido, respira hondo y date la enhorabuena. (Por suerte esto es lo que suele pasar nueve de cada diez veces).

Sin embargo, si tu hijo no deja de llorar después de haberte marchado, es posible que haya algo más que le cause ansiedad. Si hay tensión en casa (como un nuevo bebé, un divorcio, etc.), quédate unos días en el centro educativo para analizar la situación. Si no puedes quedarte, intenta hacer alguna visita sorpresa para asegurarte de que los niños y los educadores tratan bien a tu pequeño. En casa, sigue fingiendo ser torpe (playing the boob), contándole cuentos, haciendo juegos de rol, haciendo ejercicios de paciencia (patience stretching), respiraciones mágicas, etc., para aumentar la confianza de tu hijo. Si los berrinches persisten, plantéate cambiarlo de colegio o de niñera.

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